Chicas, chicos, chiques, chic@s, chicxs, muchos lo usan de forma naturalizada, a otros les cuesta e intentan incorporarlo aunque se equivoquen, y otros tantos lo rechazan casi con repulsión.
Hablar de lenguaje inclusivo se ha vuelto polémico, ya que, por un lado, hay quienes afirman que el idioma no es sexista, pues la Real Academia Española señaló que, en muchos contextos, el masculino es genérico, con esto algunas feministas no coinciden porque “lo que no se nombra, no existe”, por eso sugieren usar desdoblamientos en el lenguaje y palabras incluyentes. Pero también hay otras personas que han comenzado a incluir la “e”, “x” y “@” para comunicarse.
Lo cierto es que lo que se denominó como “lenguaje inclusivo“, tanto en la forma escrita como para referirse a determinada persona, lo que deja en evidencia las desigualdades y las exclusiones de un universo que ha sido regido durante siglos por el orden binario y el poder machista.
A muchos de nosotros, nos ha tocado hablar sobre el tema del lenguaje inclusivo como lo son las redes sociales y muy seguido nos encontramos con una línea de argumentación muy concurrida.
El lenguaje inclusivo en cuanto al género, lenguaje incluyente o lenguaje no sexista se refiere a la creación y uso de términos que visibilicen a los grupos demográficos con identidad de género y orientación sexual diferente, la propuesta para el uso de este tipo de lenguaje parte de la idea de que la lengua y la expresión forja la realidad de quienes la usan y conscientemente destituye, minimiza, desvaloriza e invisibiliza identidades femeninas, no heterónomas y diversas.
El propósito de éste lenguaje es llamar la atención hacia conversaciones necesarias sobre cuestiones normalizadas e internalizadas como el androcentrismo y el heterocentrismo, a diferencia del lenguaje accesible, la idea no es habilitar, validar y normalizar grupos sociales disminuidos.
El mundo está cambiando poco a poco y cada paso de las luchas del feminismo y los movimientos por la diversidad sexual y de género, son de un esfuerzo inmenso.
El lenguaje inclusivo ha cobrado relevancia en los últimos tiempos, entre los más jóvenes, que se rebelan contra lo establecido en favor del crecimiento, la evolución y la igualdad, no es una moda, no es un capricho y no es una imposición como algunos creen, más bien es la búsqueda de un futuro distinto a lo que se conoce hasta el momento, y es la forma que encontraron para incluir a todos los géneros que existen sin juzgar y sin prejuicios, y para poder arrancar del lenguaje al masculino como única representación de lo genérico.
Ahora bien, este lenguaje, lejos de visibilizar a la mujer en la sociedad, lo que produce es una serie de estrategias imprácticas e incompatibles con el lenguaje oral y escrito que acaban por deteriorar el estilo y la forma del lenguaje, por lo que, debemos entender que el género gramatical no se corresponde con el género o sexo, ya que quienes insisten en confundir las categorías de la lengua con categorías del mundo material, se conducen a contradicciones que llegan al absurdo.
los desdobles constantes para marcar el masculino y el femenino son frecuentes, por lo que, con base en ello se pretende plasmar con el lenguaje la igualdad de género, la equidad entre hombres y mujeres.
Me atrevo a decir que con el uso de la vacilación -o/-a del lenguaje inclusivo, se perjudica a la lingüística, además el uso del desdoble inclusivo deshace el lenguaje y provoca confusión, pues hace que se pierda el sentido de un discurso.
Cabe destacar que el español no es una lengua sexista, por lo que hay que identificar y trabajar más en los elementos de la construcción de la persona y no solamente en algo cosmético como el lenguaje, porque el idioma español tiene suficientes estrategias lingüísticas para evitar el sexismo.
En la lengua española hay recursos morfosintácticos y léxico-semánticos que ayudan en la construcción de oraciones inclusivas, como usar pronombres sin marcar el género, aunado a ello es permitido el desdoblamiento de palabras siempre que no se exceda de su uso y también se pueden emplear palabras que abarcan ambos géneros.
EL lenguaje incluyente tiene efecto de superficie, no incide para nada en la estructura social y desvía la atención del problema fundamental: discriminación por sexo.
“El sexismo no está en las palabras, sino en el los actos del ser humano”