En esta ocasión no hablaremos de los cotidianos, insistentes, dolosos, mal interpretados, o directamente lanzados linchamientos políticos, no, no, no, ahora si sucedió en la esfera social y como un acto bestial y contrario a la naturaleza humana, me refiero a la grotesca masacre ocurrida en el Municipio de Huitzilac, Morelos, el pasado miércoles 29 de septiembre.
Como ha sucedido en muchas otras ocasiones, una muchedumbre enardecida y azuzada por algunos personajes que a simple vista denotan falta de cultura y expresiones bárbaras, incitan y aclaman justicia en contra de dos sujetos que, al parecer y según el dicho de algunos, intentaron secuestrar o sustraer a una menor de edad, desde luego, considero que no le constó a nadie, pero el caso es que los detuvieron y no obstante de someterlos, fueron golpeados salvajemente y despojados de sus ropas.
El hecho no para ahí, el caso es que, a pesar de que acudieron elementos de distintas corporaciones policiacas, no lograron impedir que esa turba siguiera golpeando a los inertes cuerpos de los supuestos perpetradores, con saña, violencia inaudita, profiriendo amenazas, consignas y actos encaminados a ocasionarles la muerte, en ejercicio de una supuesta -justicia propia-.
El desenlace del hecho fue la muerte de los dos sujetos señalados como presuntos responsables de la comisión de un delito en contra de una menor de edad, a pesar de los aparentes esfuerzos de la policía para llevarlos a las instalaciones de la comandancia, pero al parecer hasta ahí llegaron los ahora agresores sacándolos y en el patio de dicho inmueble les prendieron fuego causándoles la muerte a forma de ejecución, como si estuviéramos en el -medievo ante un tribunal de la Santa Inquisición, inmolando a los herejes o brujos-.
Acto por demás grotesco y brutal, a pesar de que estamos viviendo el siglo XXI, en una sociedad presumiblemente moderna y civilizada, pero también con una problemática de resquebrajamiento económico, cultural, político y religioso, que ocasiona una disgregación de ideas y teorías sin sustento, aprovechadas por algunos, como es el caso de los improvisados lideres ocasionales, que ante la reacción popular frente a un hecho aparentemente contrario a las costumbres, se abalanzan en turba buscando una satisfacción atávica, exponiendo los sentimientos más rudimentarios y ancestrales desahogando rencores y angustias acumuladas.
El caso es que, con estos acontecimientos reiterados en una sociedad enojada, se deja a la luz la dolencia que existe en diversas instituciones de nuestro País, como es el caso del hartazgo ante la falta de seguridad en todos los ámbitos y niveles, la ausencia de investigación de los constantes hechos y actos cometidos por delincuentes, que nunca son castigados ni llevados ante las autoridades competentes para seguirles un juicio apegado a las normas vigentes, así mismo vemos en los diversos medios de comunicación una cantidad impresionante de noticias relativas a escándalos políticos, que a simple vista se percibe que existen delitos cometidos por personajes públicos que no son castigados ni siquiera llevados ante la justicia, o aquellos casos de constante violencia en todo el territorio nacional que impide siquiera disfrutar de la vida cotidiana por el riesgo a ser asaltados o lesionados.
En el caso concreto existe una lista de conductas consideradas como delitos, que deben ser sancionados por las autoridades penales competentes, como es el caso de incitación a la violencia, daño a la propiedad ajena, lesiones, homicidio con todas las agravantes que consideran las leyes penales de ese Estado, sin embargo no hemos visto actuación alguna por parte de la Fiscalía Estatal, en donde lo más que se ha expresado por parte de su titular, es -que se están haciendo las indagatorias correspondientes-, sin actuar de forma enérgica para determinar quiénes son los directamente responsables de esas muertes, a pesar de que hayan sido personas con malas intenciones, lo que no justifica el resultado, puesto que no se les permitió una defensa.
Aclaro que no estoy justificando ni defendiendo a las hoy víctimas del linchamiento, solo estoy señalando que de acuerdo a nuestras leyes y principios Constitucionales, no existe la posibilidad de la Justicia propia, para eso existen los Tribunales competentes y las autoridades encargadas de prevenir e investigar la comisión de delitos, como es el caso de la policía municipal, cuyos elementos fueron rebasados y sin poder aplicar protocolos de contención, ni uso de armas para detener a la muchedumbre que prácticamente les arrancó de las manos a los presuntos delincuentes, quienes fueron ejecutados sin oportunidad de defensa, imaginen mis queridos amigos, que solo hayan sido señalados por alguien sin principios ni conocimiento de acto delictivo alguno, por el simple hecho de que se hayan visto sospechosos o ajenos a la comunicad, fueron retenidos y lapidados.
Trágico verdad, pues se han dado innumerables casos en ese sentido, como fue el sucedido en la autopista México-Acapulco, en el incidente protagonizado por los escoltas del fiscal de Morelos, Uriel Carmona, quienes supuestamente repelieron una agresión por parte de los tripulantes de un auto compacto que aparentemente les cerró el paso, inmediatamente estos elementos de seguridad del funcionario público encargado de la procuración de justicia de ese Estado, detuvieron a los dos tripulantes, no sin antes golpearlos, vejarlos, intimidarlos y destruir su automóvil en busca de armas, sin encontrar indicio alguno que hiciera presumir siquiera una preparación, adiestramiento o posesión de elementos propios de un ataque por parte de los presuntos delincuentes.
En el lugar de los hechos, los supuestos atacantes fueron sometidos e inmovilizados, para ser presentados a la prensa como los autores de un atentado encaminado a privar de la vida al Fiscal Estatal, sin embargo al ser puestos a disposición de un Juez de Control para que conociera del caso y atendiera la petición del Agente del Ministerio Público, buscando la vinculación a proceso, de las declaraciones de los imputados y narrativa de los elementos de seguridad, resulta que sólo eran dos jóvenes que circulaban por esa vía, dirigiéndose a un balneario en un auto que se utilizaba para el servicio de uber, pero al momento de los hechos, los escoltas lo destruyeron con ráfagas de armas de alto poder, sin motivo aparente puesto que ya están sometidos y golpeados esos tripulantes que sólo por haber sido etiquetados como sospechosos los convirtieron en agresores.
La decisión del Juzgador fue en este caso, dejarlos en absoluta libertad, con argumentación y fundamentos relativos a que estas dos personas que eran acusadas de pertenecer a la delincuencia organizada, fueron detenidas ilegalmente sin haber ofrecido prueba alguna de ello la parte acusadora.
Estos acontecimientos y muchos otros nos llevan a concluir que antes de actuar debemos pensar y tener certeza de los sucedido, porque es muy fácil sugestionarse y pensar con obnubilación, llevando a cometer actos contrarios a lo legal, moral y natural, para eso existen los procedimientos implementados para que las autoridades competentes sean quienes se hagan cargo de aplicar las leyes en justicia, como expresamente lo establece el artículo décimo séptimo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que prohíbe terminantemente que las personas por sí mismas busquen hacer justicia propia.
Para tener un País de Leyes, es necesario respetarlas, acudiendo a los Tribunales competentes para su aplicación.
Me Parece Excelente su Artículo Mi Estimado Lic Martin. La “Autoridad” Judicial en México, no hace acciones algunas en ningún caso y solamente atiende casos de Odio entre Políticos, para los demás No Funciona. Puede haber Soluciones, mientras siga lo mismo, No va haber Seguridad en México. Saludos
Muchas gracias por el comentario y siempre con la idea de aportar un granito de arena, saludos