EXODO LATINO

A lo largo de muchos años, hemos sido testigos de la migración de personas hacia el norte del continente, principalmente a los Estados Unidos de Norteamérica, buscando el llamado -sueño americano-, que significa nada más ni menos, que la idea de encontrar una mejor vida con solvencia económica y decorosa, comparativamente con las condiciones paupérrimas que padece gran parte de la población de los Países Latinoamericanos y especialmente los de Centroamérica.

Para llegar a ese territorio soñado, existen muchos obstáculos y peligros, que aquellos que emprenden ese tortuoso camino, enfrentan con decisión y resignación, soportando como penitencia, las vejaciones, extorciones, agresiones físicas, sexuales y discriminación, por parte de las mismas autoridades de cada País que recorren, Estados, pueblos y regiones, que también se encuentran cooptados por grupos criminales que cometen innumerables delitos en contra de los migrantes indefensos, concurriendo una serie de factores sociales que hacen cultivo de actos ilícitos.

Por más que los gobiernos de cualquier Estado, traten de impedir esa creciente tendencia de migración que se ha convertido en un problema mayúsculo, puesto que no solo significa aplicar la ley a través de las autoridades migratorias como el Instituto Nacional de Migración, en el caso de México, con las políticas migratorias y utilizando personal que se supone debería de estar capacitado para contener esas caravanas de migrantes centroamericanos en su mayoría, aunque también los hay de diversos países incluso africanos, que llegan a concentrarse en el sur de la República y emprender el camino al norte del continente.

Así empieza el calvario, para ambas partes del conflicto, puesto que por un lado vemos la intención de los grupos de extranjeros que ingresan a nuestro territorio por las fronteras de Chiapas y Tabasco principalmente, sin que los agentes migratorios puedan contener u organizar a esos grupos, que exigen el permiso de transito libre por todo el camino rumbo a los Estados Unidos de Norteamérica, consecuentemente se crea un conflicto que rebasa cualquier posibilidad de retención, organización, cuidado y protección de toda persona que pisa suelo mexicano, lo que provoca la violación de derechos humanos, sin que la seguridad pública pueda cumplir sus funciones.

Desafortunadamente, con la política de dejar pasar y hacer lo que se quiera, ejercida por el actual gobierno mexicano, se dejan de aplicar diversas normas legales como la -Ley General de Población-, que contiene un capítulo dedicado a la -Migración, emigración y repatriación-, con objeto encaminado a regular los desplazamiento de los connacionales hacia otros territorios o en su caso las reglas para que los que han estado en el extranjero, sean admitidos de nueva cuenta en nuestro País, con todas las seguridades y respeto a los derechos humanos.

Por otra parte, tenemos la -Ley General de Migración-, promulgada en 2011, que contiene todas y cada una de las normas que regulan el paso de los extranjeros en nuestro suelo mexicano, estableciendo las políticas y sistemas de protección de sus derechos en términos de la propia Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pero siempre tratando de preservar la soberanía nacional, contemplando la prestación de servicios y auxilio para preservar la salud y la dignidad, pero respetando el libre tránsito, aunque con las limitaciones para aquellos grupos que pretenden cruzar para llegar al territorio Norteamericano, sin organización ni permiso previo.

Así pues, vemos que esos grandes grupos de migrantes que seguramente son organizados por sujetos que llevan un beneficio económico, lo que conlleva a la comisión de delitos relacionados con la trata de personas, sin que se puedan contener, lo que ha causado innumerables problemas para los Estados por los que cruzan, puesto que, se les debe otorgar protección, servicios de salud y alimento, aunque parezca una carga sin obligación, según la Ley, no se puede dejar a su suerte a todos aquellos que gozan de derechos humanos, consecuentemente merecen ser tratados con dignidad.

En torno a este tema tan álgido y cotidiano, el Presidente López Obrador, no deja de alzar la voz -pausada-, criticando las decisiones del gobierno Norteamericano, en cuestiones de política migratoria y ahora se atreve a decir que hará públicas sus posturas en contra de los congresistas de aquél País, que no apoyen a los migrantes, -¿acaso no es injerencia en política exterior?-, cuando ha pregonado que México no se entromete en cuestiones ni conflictos extranjeros, ¿qué ambigüedad verdad?.

            Como complemento del conflicto que toda Latinoamérica está padeciendo con la pandemia originada por el Covid-19, vienen aparejadas las penurias económicas y falta de trabajo en muchas regiones, detonante de la migración hacia el norte, como todos sabemos, pretendiendo una mejor calidad de vida, pero la realidad es otra, suponiendo que lleguen a la frontera entre México y los Estados Unidos de Norteamérica, ahí son retenidos y los que logran pasar pidiendo asilo, son regresados a territorio Azteca, para esperar los tiempos que sus leyes marcan para saber la decisión ya sea positiva o negativa, es ahí en donde continúan las precariedades, porque se concentran en campamentos que carecen de todo y desafortunadamente se forman los focos de cultivo de problemas sociales de cualquier naturaleza.

En los últimos días, hemos visto otro fenómeno inesperado entre la relación de los migrantes y las autoridades migratorias de nuestro País, consistente en el encono y las agresiones que han desplegado esos grupos de personas en tránsito, quienes exigen mejor trato y libertad de paso, lo que desde luego es cuestionable, puesto que, al ingresar a un territorio extranjero se debe respetar la norma migratoria y en todo caso seguir las instrucciones del personal asignado por la autoridad, sin embrago lo que percibimos es que nadie respeta al de enfrente, se han dado con todo y surge una simple pregunta, ¿acaso en todos los países se permite que los migrantes agredan a las autoridades?.

Lo cierto es que tenemos en las manos un conflicto internacional que se debe atender con seriedad y sin demagogias ni pretensiones electorales, estamos ante un éxodo real ocasionado por las malas políticas de distintos gobiernos extranjeros, que vienen a causar un desequilibrio social, sin ser el destino final.

Maestro Martín Miranda Brito

mirandabrito@hotmail.com

twitter: @miranda abogado

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