Ante la pandemia que aún estamos viviendo, se ha emitido una serie de recomendaciones para evitar el contagio y propagación del virus, siendo uno de los más importantes e implementados el “aislamiento social”, protocolos esenciales para reducir el contagio, situación que ha provocado que mujeres, niños, adultos mayores, incluso hombres se vean atrapados en la -violencia intrafamiliar-.
Con el aumento del estrés, la convivencia reiterada, las presiones económicas y sociales del temor a salir de casa, -lo que no se ha podido evitar del todo-, arroja un estremecedor repunte de la violencia doméstica, como efecto colateral del ¡quédate en casa!.
Según estadísticas de la Secretaria de Gobernación, en los primeros días de la cuarentena y al día de hoy se han registrado un sin número de casos de víctimas de violencia familiar o doméstica en todo el país, pero muchos abusos de esta naturaleza no son denunciados por temor a salir de sus domicilios debido a las diversas restricciones impuestas por parte de las autoridades sanitarias, lo que ha impedido acudir a las autoridades competentes con el fin de sentar denuncia por la violencia física o psicológica que sufren en sus hogares, en la mayoría de los casos, las mujeres en particular tienen como únicos recursos el silencio y la resignación al verse recluidas en casa junto a una pareja que las maltrata.
Cualquier tipo de abuso realizado a un miembro de la familia, sin importar el sexo, género y edad, representa un acto de brutalidad de trascendencia grave con consecuencias legales que el Estado debe sancionar a través de los órganos competentes.
La violencia intrafamiliar ha presentado aumentos en el marco de las medidas de aislamiento provocadas por la emergencia sanitaria, maltrato físico, psicológico o de cualquier otra índole, que desafortunadamente se ha enfatizado en los últimos días, incluso no ha quedado en violencia si no que se ha llegado a privar de la vida sobre todo a las mujeres, quienes son las que más han resentido este tipo de actos cobardes ejercido generalmente por su pareja.
Este tipo de conductas ilícitas existe sobre la base del reconocimiento de la particular situación de desventaja de las víctimas, en su mayoría mujeres, donde regularmente son partícipes de un ciclo en el que intervienen fenómenos como la codependencia y el temor que propicia la denuncia del delito, donde cobra mayor relevancia, la violencia intrafamiliar.
El maltrato ejercido en contra de uno o varios miembros de una familia, desgraciadamente ha causado un deterioro a la integridad física o psicológica, incluso atenta contra la libertad sexual de las víctimas, circunstancia que se ha visibilizado durante el confinamiento, aunque ha sido un problema en la sociedad desde hace mucho tiempo.
Este fenómeno no sólo se debe registrar, sino que debe ser combatido y hacer justicia, no podremos atacarlo sólo por la vía legal se requiere de diversas vertientes, como que el ser humano haga conciencia respecto de sus actos, valores, criterios positivos, convivencia sana y respeto por el prójimo.
Una vida libre de violencia es el derecho de todas y todos los integrantes del núcleo familiar, prevenir o erradicar este tipo a actos es un compromiso con nosotros mismos para evitar todas las repercusiones que tiene para sí mismo y la sociedad, notificarlo siempre será lo mejor, pero saber qué hacer si se está en esa situación también puede hacer una gran diferencia.
Licenciada Noraima Araceli Sánchez Santos
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