La extraordinaria historia del águila real nos explica que esta ave puede llegar a vivir hasta 70 años, empero para llegar a esa edad tiene que tomar una decisión vital y extraordinaria de sobrevivencia, a los 40 años sus uñas curvas y flexibles no consiguen agarrar a la presas con las que se alimenta, sus plumas comienzan a ser tan pesadas que se le complica volar, su pico alargado y puntiagudo que comienza a curvearse apuntando contra su pecho peligrosamente, justo es el momento en el que debe tomar una difícil decisión, consistente en un proceso de 150 días sumamente dolorosos ya sea para renovarse o morir.
Esta majestuosa especie de grandes alas, hermoso plumaje, inteligente y solitaria, tiene dos alternativas, -decisión y proceso-, si ésta decide renovarse, tiene que aislarse en lo alto de una montaña y golpear su pico contra las rocas hasta que caiga por completo, después esperar a que le crezca, arrancar una a una sus uñas y con las nuevas debe quitar todas sus alas para permitir el nacimiento de unas nuevas. Por fin, renovada, el águila puede vivir 30 años más.
Hoy en día, vivimos un escenario similar, nos encontramos en una situación en la que estamos encerrados y aislados del exterior, metafóricamente podríamos equipararnos a ese panorama de renovación, como las águilas o lanzarnos al vacío y morir, transformación que si bien es cierto no es fácil, ya que esta parálisis mundial nos ha exigido hacer un alto casi total en nuestras vidas, reflexionar y en ocasiones realizar introspecciones para darnos cuenta cuáles son los picos, uñas y plumas de las que debemos desprendernos y cuáles a las que debemos aferrarnos, como hoy lo es la vida; debemos desprendernos de actitudes, vicios, costumbres que nos impiden poder realizar un cambio benéfico y que nos atan a la mediocridad y la falta de ánimo para emprender una lucha; lo ideal sería que en un futuro próximo podamos realizar nuestras actividades cotidianas y respirar el aire puro al que estábamos acostumbrados, sobre todo con la firme entereza de que estamos listos para enfrentar una nueva vida; pero para ello, debemos seguir en el confinamientos indicado en la medida de nuestras posibilidades, continuar con protocolos necesarios para la salud y ante todo cuidar de nuestras vidas así como la de nuestras familias.
Es por ello que el tiempo de cambiar, mejorar, continuar y entender es un proceso complicado y doloroso por el que se tiene que atravesar, en muchas ocasiones el ser humano tal vez comienza a rendirse, pues sentirá miedo por lo complicado que será y el dolor que se podrá experimentar, algo que no es muy alentador, sin embargo, no es imposible, si trasladamos el proceso del águila a nuestra vida diaria, se podría iniciar una transformación de vida, y así buscar aquello que motiva para ser mejor, desear un cambio es primordial para comenzarlo.
Como vemos, dichos procesos son complicados, dolorosos y en ocasiones difíciles de comprender, pero son un mal necesario para arriesgarse a renovar y no morir, pero solo si nos atrevemos a emprender el vuelo con alas firmes y nuevas se puede volar tan alto como se desee, por ello, para realizar un cambio, debe ser tanto interno como externo, razón por la cual es necesario identificar aquellas emociones negativas que no nos permiten avanzar, de ahí podría ser más fácil saber lo que queremos transformar en nuestras vidas.
Despliega tus alas y libérate de todo aquello que no te sirve para avanzar y evolucionar, es momento de conseguir la renovación con una decisión vital y darte la oportunidad del cambio.
¿Ustedes qué deciden? Renovar o morir? y no precisamente de terminar con el ciclo de la vida, sino de una fase emocional y motivacional, lo que aún es peor.
Licenciada Noraima Araceli Sánchez Santos
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